jueves, 13 de noviembre de 2014

MIEDO AL "NO". UN GRAN ERROR

   En una ocasión, cuando trabajaba en una Escuela Infantil, observé a la apurada mamá de una niña que le pedía a una de las educadoras algo en voz baja. La niña gritaba y pataleaba mientras la madre trataba de quitarle algo de las manos. Entonces, la educadora cogió a la niña y, tras unas cortas palabras, la niña soltó el objeto y se lo dio a la profesora, que entonces se lo devolvió a la madre. A continuación, la pequeña cogió de la mano a la educadora y entró tranquilamente en su clase, charlando y riendo como de costumbre. La cara de asombro de la madre era un "poema". Luego me enteré de que el objeto que traía la niña era un cortaúñas que había cogido del neceser de la madre y que, según ésta, "no había manera de quitarle". Vaya, ¡menuda fuerza debía tener la niña con solo 2 añitos!

   Esto podría ser una mera anécdota divertida, de no ser porque luego la madre quiso saber el "truco" de la educadora para ponerlo en práctica, porque situaciones como esta en las que "no podía con la niña" se le presentaban cada vez más a menudo, y estaba realmente preocupada.
   Le explicamos que la niña sabía que al "cole" no se podían traer objetos ni juguetes de casa. Esta era una norma que debía cumplirse siempre, y si en alguna ocasión un niño traía algo, la profesora lo guardaba para entregárselo luego a los papás. Por más que el niño llorase o patalease, nunca se le permitía quedárselo.
   Entonces, la madre reconoció que para ella era muy difícil imponer NORMAS y LÍMITES a su hija. De hecho era incapaz de decirle "NO" a nada...

   NO. ¿Por qué para algunos padres resulta tan difícil de pronunciar?

   NO. Con tan sólo dos letras, este monosílabo aparentemente corto y sencillo parece ser una palabra que muchos padres evitan pronunciar a toda  costa ante las peticiones de sus hijos. Las razones para ello son variadas. Algunos padres, quizás basándose en sus propias carencias, creen que a sus hijos no debería faltarles NADA, y tratan de facilitarles TODO lo que está al alcance de su mano. Otros se sienten culpables porque, ya sea por circunstancias como el trabajo, o en los casos de padres separados, no pueden dedicarles todo el tiempo que les gustaría e intentan que cuando estén con ellos, sus hijos sean “felices”. ¿Cuántas veces habremos oído aquello de  ”Si es que, para un ratico que está conmigo…”? También los hay que temen las consecuencias de pronunciar tan temida palabra ante un niño (“¡Uf, No veas cómo se pone si no se lo doy!, ¡Me monta una…!).

   Puede que, a corto plazo, esos papás consigan aplacar sus sentimientos de culpa, además de evitar alguna situación bochornosa debida a una tremenda rabieta. Quizás crean que rodeando a sus hijos de SIes les hacen niños “felices”. Pero nada más lejos de la realidad.
 Pongámonos en su lugar. Si un niño desde pequeño consigue todo lo que quiere, y apenas  escucha un NO por respuesta, es normal que se vuelva caprichoso y egoísta. Puede que su entorno más cercano (papás, tíos, abuelos…) pueda proporcionarle muchas de las cosas que pide (la natilla de chocolate porque no quiere más lentejas, ir al parque cuando él quiere, que le compremos las cartas de su serie favorita cuando pasamos junto al quiosco del barrio…).

   Pero, ¿qué ocurre cuando se convierte en adolescente y lo que desea es que la chica que le gusta quiera salir con él? Entonces, esos padres que hasta ahora se lo han dado TODO se sentirán impotentes si la respuesta de la chica es un NO. Para un chico poco o nada acostumbrado a oírlo, ese NO puede provocar sentimientos muy negativos, como una gran rabia que le haga manifestar comportamientos agresivos, o sentirse sumamente triste y presentar síntomas depresivos

   La razón es la siguiente: Cuando un niño pretende conseguir algo (por ejemplo, unas chuches que ve al pasar junto al quiosco) y su papá/mamá se lo niegan (diciéndole por ejemplo: “Cariño, ahora no puede ser, papá/mamá no lleva dinero”), tendrá que enfrentarse a unos sentimientos negativos (rabia, ira…), que deberá aprender a controlar, desarrollando una TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN. Al tratar de evitar a toda costa que los niños pasen por estas situaciones “desagradables”, aunque la intención de los padres sea buena, les están dificultando que adquieran esta habilidad tan indispensable en la vida adulta.

 Al fin y al cabo vivimos en sociedad, y hemos de acatar algunos límites y normas establecidos (así por ejemplo, hay unos límites de velocidad determinados, unos horarios de trabajo establecidos…). Aquellos adultos que han sido niños a los que apenas se les han impuesto límites, pretenderán seguir haciendo “lo que les venga en gana”, y es entonces cuando surgirán los problemas. Estos pueden incluir desde conductas agresivas, al no saber manejar el sentimiento de rabia, hasta síntomas y comportamientos depresivos. Todo ello fruto de no haber aprendido a TOLERAR LA FRUSTRACIÓN.
Llegados a este punto los padres, lejos de comprender todo esto, se sentirán dolidos. Pensarán que ellos se han volcado tratando de dárselo TODO a sus hijos, y éstos, lejos de agradecérselo, les reprocharán aquello que no pueden darles y les culparán de lo malo que les ocurra.

   Dejemos pues, de lado, creencias como que si no complazco a mi hijo en TODO lo que pueda soy un mal padre, o que me querrá menos si no le doy siempre lo que quiere. En este sentido, debemos llevar cuidado con el “chantaje emocional” al que muchos niños recurren para lograr lo que piden (por ejemplo: “Mami, ¿no me lo das? ¡Pues ya no te quiero!”). Algunos son auténticos maestros en el arte del chantaje. Es normal que ellos prueben maneras de conseguir las cosas, pero no olvidemos quién es el adulto. Somos los padres quienes debemos decidir dónde poner los LÍMITES:

 No se trata de bombardear de NOes a los niños y pasar al extremo contrario, sino de ayudarles a comprender que a menudo SÍ se pueden conseguir ciertas cosas, pero que hay otras que NO pueden hacer o que NO podemos darles.Y lo hacemos porque como padres consideramos que es lo correcto. Lo haremos siempre tratando de mantener la calma y manteniéndonos firmes, a pesar de las probables manifestaciones de oposición por parte de nuestro hijo (frases de protesta, rabietas...). Es conveniente que les demos una explicación ("Hijo, no puedes jugar con la pelota en el salón porque podrías romper algo"), evitando en lo posible frases como: "Porque lo digo yo y punto" (creo que todos sabemos la rabia que produce oír esto).  Y si es posible le ofreceremos alternativas ("¿Por qué no juegas con la pelota en el patio?").  Nuestra labor será ayudarles a controlar esa ira, haciéndoles ver que comprendemos que no les guste nuestra respuesta, pero que deben aceptarlo, y que sus conductas agresivas y de desobediencia no les llevarán a conseguir que cambiemos de opinión. El castigo será nuestra última opción (explicaremos cómo aplicarlo para que sea eficaz en artículos posteriores).

   Todos queremos lo mejor para nuestros hijos. No les neguemos nunca un beso, un abrazo, una muestra de cariño, una frase reconfortante cuando se encuentren mal, un cuento antes de irse a dormir… Pero recordad que hemos de ir estableciendo unos límites y normas, los cuales no están reñidos con amor y cariño; todos forman parte de una educación sana y responsable.

 Un padre debe transmitir a su hijo que lo quiere y lo adora, pero también enseñarle a respetar unas normas, a pesar de que eso implique, a corto plazo, pasar por unas momentáneas situaciones incómodas (berrinches, rabietas…). A largo plazo le estaremos ayudando a lograr una verdadera  felicidad, que no se base en los caprichos materiales, si no en valorar sus propios logros  y apreciar realmente aquello que los demás les proporcionan. 

Os invito a reflexionar sobre ello con una frase:




                                                                                                                               

                                                                                                                                OLGA ESQUIVA

lunes, 10 de noviembre de 2014



CUESTIÓN DE PIEL


   Al igual que cuidamos nuestra propia piel manteniéndola limpia, bien hidratada y sana, así debemos cuidar la piel de los bebés. La piel es la principal barrera de protección que posee el organismo.
   En este artículo daremos unas nociones sencillas sobre el cuidado corporal y sobre las alteraciones más frecuente en la piel infantil.

   Empezaremos hablando sobre:


EL CUIDADO DE LA PIEL DEL CULITO

- Lo primero a tener en cuenta es la buena elección del pañal. Debe ser un pañal que absorba rápidamente tanto la orina como las heces líquidas, para mantener lo más seca y aislada su piel. El contacto con el amoniaco de la orina y las heces puede producir la irritación de la zona e incluso dermatitis del pañal. También es importante cambiar el pañal con una frecuencia adecuada.  Así os aseguraréis que la piel permanezca lo más seca posible. Por último, es importante que elijáis la talla adecuada del pañal. Con ello evitaréis rozaduras innecesarias cuando el pañal es demasiado pequeño, o irritaciones al escaparse la orina y/o heces, si el pañal es muy grande.

- Lo segundo que debéis saber es cómo limpiar correctamente la zona del pañal en el momento del cambio. Es conveniente lavar con una esponja con agua y jabón la zona del culito, siempre de delante hacia atrás, para evitar infecciones. Luego secar bien, prestando especial atención a los pliegues de la piel. Dejad si se puede al bebé un ratito sin pañal, para que la zona se airee.
   Si estáis fuera de casa podéis usar toallitas especialmente diseñadas para el cuidado y limpieza de las pieles más sensibles. Pero no olvidéis que las toallitas llevan jabón, por lo que debéis retirar ese jabón. Para ello, tras limpiar la zona con la toallita, pasaréis una toalla humedecida en agua y secaréis bien.
- El tercer paso es aplicar una crema hidratante (especial para bebés). No es necesario hacerlo en cada cambio de pañal, basta con aplicarla tras las deposiciones. Si no hay irritación se puede usar una crema que hidrate simplemente. Las pastas al agua o las cremas y pomadas con óxido de zinc son una buena opción. Resultan algo pastosas a la hora de su aplicación, pero ejercen una buena barrera frente a la humedad.
   En el caso en el que haya una leve irritación es muy importante que las cremas lleven compuestos antisépticos (extracto de caléndula, pantenol, óxido de zinc, manzanilla) para evitar el crecimiento bacteriano.
   Otra opción para hidratar y proteger la zona es el aceite de oliva.


EL BAÑO

   Bañar al bebé o niño diariamente no es solo un ritual de higiene, sino que puede ser un momento de relax, estimulación, refuerzo de lazos de afectividad con los padres...Generalmente, al bañar a los niños por la noche se suelen relajar, pero todos hemos oído a papás y mamás que comentan: "Pues el mío ni de noche ni de día, es bañarlo y se activa, se espabila de una manera...". En estos casos es aconsejable que los bañéis por la mañana o por la tarde, para que puedan gastar esa energía antes de ir a dormir.
   Sobre la duración del baño comentaremos que, en el caso de los recién nacidos, no es aconsejable que supere los diez minutos. Conforme el bebé vaya creciendo podréis alargar la duración del baño. Incluso puede ser usado este momento para que los niños jueguen, se estimulen en el medio acuático o compartan un rato divertido con papá y mamá (hablándoles, cantándoles o bañándoos con ellos).
   Durante los primeros meses no debéis llenar la bañera más de 10 ó 15 cm. Cuando se mantengan sentados podréis subir el nivel de agua. La temperatura del agua debe ser similar a la del cuerpo humano, entre 36º-37º. Usad un termómetro de bañera para comprobar la temperatura, así evitaréis que el bebé pueda pasar frío o quemarse.
   Sobre los productos de baño, recordad que deben ser geles, jabones y champús especialmente indicados para ellos, ya que ayudarán a mantener su pH. No es necesario usar gran cantidad de producto, pues podría resecar la piel. Eso si, debéis prestar especial atención a la zona del pañal.
    A la hora de aplicar el gel, jabón o champú podéis usar una esponja para bebés o echarlo en la mano y luego extenderlo por el cuerpo del bebé.
    Lo siguiente tras el baño es secar al bebé y ponerle crema hidratante. A la hora de secarlo lo haréis con una toalla suave, que seque bien, dando pequeños toques y prestando mucha atención a los pliegues del cuerpo (nalgas, muslos, cuello, axilas), entre los dedos y en las orejas. Finalmente, nos falta hidratar su piel. Igual que con los geles, jabones o champús, sería conveniente elegir una crema corporal específica para bebés. En el caso de que vuestro hijo tenga una piel atópica o sensible, escoged productos específicos para este tipo de pieles.
   En el mercado encontraréis muchas marcas para higiene infantil, incluso líneas de productos específicos (para recién nacidos, relajantes, jabón y champú en uno, espumosos, pieles sensibles o atópicas...). En este caso, la elección queda en vuestras manos. Pero os aconsejo que elijáis productos sin parabenos, ni perfumes, ni colorantes y que respeten el pH 5.5.  En el caso de geles, jabones o champús, observad que no les reseque la piel o les produzca descamaciones; y en el caso de las cremas hidratantes que se absorban con facilidad y su piel quede hidratada pero no grasa.

   A continuación comentaremos las alteraciones de la piel más habituales en los bebés:


ACNÉ NEONATAL

   Es como se conoce a los granitos que aparecen a los bebés de entre uno y dos meses. Estas pequeñas pústulas blancas o amarillentas suelen aparecer en las mejillas, nariz, mentón y frente.
   Aunque en un primer momento pueda resultar preocupante, no alarmaos. Es simplemente una acumulación de grasa en la piel del bebé que se queda atrapada en los poros. Estos granitos no son molestos, no pican, ni duelen y por supuesto no son contagiosos. Tampoco tienen nada que ver con la alimentación de la madre, pero sí están relacionados con la leche materna. Como vimos en el artículo anterior la leche materna tiene un alto contenido en grasa, algo fundamental para el bebé.
   Este acné desaparecerá por si solo en unas semanas, no es necesario aplicar ningún producto. Únicamente debéis mantener los rituales de higiene normales. Sobre todo no intentéis exfoliar su piel, ni apretar estos granitos, ya que podrían quedar marcas o incluso infectarse.


DERMATITIS DEL PAÑAL

   Es una infección causada por el hongo cándida, que produce una gran irritación en la zona del pañal. Es molesto e incluso puede llegar a ser doloroso para el bebé.
   Hay una serie de consejos a tener en cuenta:
  • Cambiar el pañal con frecuencia. Para evitar que la orina o las heces irriten más la zona.
  • Limpiar la zona con agua, tras el cambio de pañal y usar una tela suave para limpiarla y secarla. Debéis extremar la higiene de esa zona y usar tejidos suaves para limpiar y secar para evitar una mayor irritación.
  • Secar bien, dando palmaditas o al aire. No se debe friccionar la zona a la hora de secar, ya que puede ser muy molesto para el bebé.
  • Colocar el pañal "flojo". Evitará que oprima las zonas irritadas.  
  • Usar pañales muy absorbentes. Para mantener lo más seca posible la piel, ya que la humedad favorece la reproducción del hongo y la irritación de la piel.
  • Lavar las manos antes y después de colocar el pañal, ya que podemos trasladar el hongo a otro lugar. En algunos casos se producen infecciones de cándida en la boca por no llevar el cuidado necesario.
  • No usar toallitas que lleven alcohol o perfume. El alcohol o los perfumes irritarán en exceso la piel.
  • Consultar con el pediatra para que nos recomiende una crema específica para la dermatitis del pañal. En este caso es muy importante que las cremas lleven compuestos antisépticos (extracto de caléndula, pantenol, óxido de zinc, manzanilla) para evitar el crecimiento bacteriano.
  • También se puede usar cremas con corticoides suaves. Pero SIEMPRE recomendadas por el pediatra y como último recurso, ya que este tipo de cremas posee efectos secundarios.  


COSTRA LÁCTEA

   Es como se conoce a las escamas amarillentas, blanquecinas o grisáceas que aparecen en el cuero cabelludo del bebé (en ocasiones también suelen aparecer en los pliegues de la piel de la frente, el entrecejo, las cejas, la zona que rodea la boca y la parte posterior e interior de las orejas. En estas zonas se denomina dermatitis seborreica). Generalmente aparece en la primeras semanas de vida y puede durar hasta los tres años.
   En la aparición de la costra láctea pueden influir la producción de grasa de las glándulas sebáceas, o un crecimiento de la población de microorganismos que normalmente se hallan en la piel. No es una reacción alérgica a nada, pero sí puede empeorar al usar productos poco adecuados.
   Esta alteración desaparecerá sola, pero si deseamos podemos mejorar su aspecto usando:
  • Aceites para bebés o vaselina. Debéis aplicarlo mediante un suave masaje, y tras ello dejarlo actuar sobre la piel una media hora. Posteriormente lavad el cabello con un champú para bebés neutro. Si os decantáis por la vaselina podéis reforzar su acción cubriendo la cabeza del bebé con un paño mojado en agua tibia, pero procurad quitarlo cuando se enfríe para que la temperatura del bebé no descienda.
  • También podéis optar por las cremas especiales que hay para ello en el mercado.
  • Junto a una de estas dos opciones podéis lavarle la cabeza a diario con un champú que contenga selenio, zinc o brea y aclararlo bien.
  • Por último, masajead suavemente el cuero cabelludo durante cinco minutos a diario, con las yemas de los dedos.
   En este caso es muy importante:

Procurar no quitar las costras al cepillar.
No quitar las costras con nada, y mucho menos con las uñas.
   Todo esto podría causar heridas y posteriormente infecciones.
   Si tras el tratamiento no desaparecen queda la opción de usar cremas con corticoides, pero SIEMPRE bajo recomendación y supervisión pediátrica.

   Recordad que los cuidados de la piel son muy importantes a cualquier edad. Si ayudáis a vuestros hijos a interiorizar estos hábitos desde que son bebés a través de vuestros cuidados, seguramente los mantendrán de adultos y los trasmitirán a sus hijos. No olvidéis que la piel es la mayor barrera de protección del organismo.


RAQUEL NOVELDA