martes, 14 de octubre de 2014

NO OLVIDEN SUPERVITAMINARLOS Y MINERALIZARLOS

   En este artículo vamos a tratar la alimentación y nutrición de los niños, desde la lactancia hasta la adolescencia. Una correcta alimentación es esencial para asegurar un satisfactorio crecimiento y desarrollo del niño. Sus necesidades nutricionales están segmentadas en etapas y clasificadas por tramos de edad, ya que la velocidad de crecimiento varía a lo largo de la infancia y juventud y eso determina los requerimientos nutricionales.

   La primera etapa de alimentación corresponde a la lactancia, bien sea materna o artificial. La etapa de lactancia abarca aproximadamente hasta los doce meses.  En situaciones normales siempre es aconsejable que la lactancia sea materna, ya que a través de la leche la madre transmite al bebé las defensas necesarias hasta que su sistema inmunitario esté más desarrollado y en pleno funcionamiento. Algo más a tener en cuenta sobre la leche materna es el hecho de que es un alimento que evoluciona según las necesidades de crecimiento del bebé. Así, no es la misma la que el organismo materno produce durante el primer mes que la que produce seis meses después. Aunque actualmente, en el caso de no poder dar lactancia materna, en el mercado hay innumerables leches especiales de gran calidad. Pero vamos a avanzar, ya que el tema de la lactancia es muy amplio y dará para un articulo especifico.

   El período de lactancia se combina con la introducción de nuevos alimentos:


   La introducción de estos alimentos puede hacerse usando alimentos naturales, cocinados y preparados en casa. En este acaso no debemos olvidar que al prepararlos debemos cocinar sin sal y usando poco aceite de oliva.
   También podemos optar por alimentos ya preparados (potitos), en cuyo caso debemos prestar atención a la franja de edad a la que va dirigido el alimento, modo de preparación y conservación.
   A partir de este momento la dieta del niño será igual a la del adulto, adecuando las cantidades. Es ahora cuando debemos preocuparnos porque la dieta del niño sea equilibrada. Esto no quiere decir tan solo que coma de todo, sino también que coma las cantidades necesarias para tener un correcto desarrollo y crecimiento. Así mismo prevendremos  posibles problemas, como la obesidad y las enfermedades relacionadas con ella, como el colesterol, la hipertensión…
   Existen  cuatro grandes grupos de alimentos:
   1. PROTEÍNAS

   Las proteínas son necesarias para la creación de tejidos, por lo que son indispensables para el crecimiento. El organismo infantil necesita crear nuevos tejidos para crecer y desarrollarse. 
   Podemos decir que la ingesta de proteínas diaria es aproximadamente:

   Pero aunque son indispensables, aumentar el consumo de proteínas no causa ningún beneficio, sino todo lo contrario, ya que se almacenan como ácidos grasos y urea. Esto significa que aumentará el tejido adiposo del niño (engordará) y se sobrecargará su sistema renal.

   2. HIDRATOS DE CARBONO

   Son la principal fuente de energía y deben estar presentes en la dieta infantil. Entre el 45% y el 65% de la energía que obtenga su organismo ha de proceder de los hidratos de carbono. Es decir, la mitad de lo que coman al día debe ser de este tipo de alimentos. Es recomendable seleccionar alimentos tipo harinas por su bajo índice glucémico y aportar fibra todos los días a la dieta del niño. Pero, ¡atención!, eso no quiere decir que los “cebemos” exclusivamente con pan, patatas, pastas… primero porque hay más alimentos aparte de estos que también contienen hidratos de carbono y segundo, debido a que el exceso de éstos se almacena en el tejido adiposo, dando como resultado “niños con sobrepeso”.

   Vamos a dividir lo hidratos de carbono según su estructura:

- Azúcares: Son la glucosa, sacarosa, fructosa (azúcar de la fruta) o lactosa (azúcar de la leche).

- Almidones: Son grandes moléculas compuestas por gran cantidad de unidades de glucosa.

- Fibra: Son la celulosa o la hemicelulosa; son hidratos de carbono que no pueden ser digeridos por el organismo y, por tanto, incrementan el volumen de las heces, facilitando la evacuación y aumentando la sensación de saciedad.

   Según los diferentes grupos de alimentos podemos encontrar hidratos de carbono en:

  • Lácteos: Son la leche y el yogur, que tienen un contenido moderado de hidratos de carbono (lactosa) y el queso que por el contrario casi no contiene.


  • Harinas: Son el grupo de alimentos con mayor aporte de hidratos de carbono (almidones), principalmente el arroz, la pasta alimenticia, la patata, las legumbres, el pan y los cereales. También se incluyen en este grupo otros derivados de los cereales, como las galletas o los productos de pastelería, que además de almidones contienen sacarosa. Los alimentos integrales contienen los mismos hidratos de carbono.


  • Frutas: En este grupo los hidratos de carbono van en forma de azúcares, como glucosa, fructosa y sacarosa.


  • Verduras: En este grupo la mayoría aportan pocos hidratos de carbono, pero si gran cantidad de fibra.

  • Proteicos: Son las carnes, los pescados, los huevos y sus derivados contienen proteínas y grasas pero están casi libres de hidratos de carbono.
  • Grasas: Son los aceites, la mantequilla, la margarina, la nata… están libres de hidratos de carbono.


   Debemos combinar la ingesta de alimentos con hidratos de carbono hasta llegar a la cantidad óptima y evitar en la dieta infantil los alimentos con un alto sabor dulce (aquellos que contienen sacarosa), por ejemplo dulces. No es que se deban eliminar completamente de su dieta, pero no es aconsejable que estén ella de forma diaria, ya que su alto consumo puede favorecer la obesidad infantil, además de otros problemas como caries dentales.
3. GRASAS
   Las grasas son necesarias en la dieta de los niños, son fuente de energía, proporcionan ciertos tipos de vitaminas (liposolubles) y provocan sensación de saciedad. Pero debemos controlar el consumo de estos alimentos grasos para evitar problemas relacionados con su exceso, como la hipercolesterolemia (colesterol alto) o hipertensión. Es conveniente proporcionarles ácidos grasos de calidad. 
El mayor aporte de lípidos se produce durante la lactancia (en torno al 50% de la energía que proporciona la leche materna proviene de su grasa) y su aporte debe disminuir a lo largo de la infancia.
   Existen varios tipos de grasas:
  
   Las grasas insaturadas. Son las que llamamos "grasas buenas", ya que ayudan a cuidar el corazón. De estas hay dos tipos, monoinsaturadas y poliinsaturadas.

   Las grasas monoinsaturadas las podemos encontrar en:
- El aceite de oliva.
- Algunos frutos secos (anacardos, almendras).
- El aguacate.

   Las grasas poliinsaturadas las podemos encontrar en:
- El pescado azul, como el salmón, las sardinas, el bonito o el atún (ricos en omega 3).
- Algunos aceites vegetales (girasol y soja).
- Las margarinas.

   Por otro lado están las grasas saturadas. Son las que llamamos "grasas malas", ya que su exceso aumenta el nivel de colesterol.


   Las grasas saturadas las podemos encontrar en:
-La mantequilla, la leche entera, el queso, los helados, chocolate.
-Las carnes de res y cerdo.
-Los embutidos y grasa de cerdo y cebo.
-Las carnes de pollo contienen menos, sobre todo si le quitamos la piel.


   Por último están las grasas trans. Son más nocivas para el organismo que las saturadas, ya que no solo aumentan los niveles de colesterol malo (LDL), sino que también disminuyen los niveles de colesterol bueno (HDL).



   Las grasas trans las podemos encontrar en:

- Productos con grasas parcialmente hidrogenadas. Suelen encontrarse en productos elaborados y envasados o precocinados. Pero no todos ellos contienen este tipo de grasas, por lo que debemos leer sus etiquetas y si encontramos frases como: "productos con grasas parcialmente hidrogenadas", es aconsejable sustituirlos por otros alimentos.


   Ya que en la dieta de los niños no se deben eliminar ningún tipo de alimento que sea saludable. Para que esta recomendación nutricional quede cubierta, es aconsejable la presencia diaria de aceites vegetales, como por ejemplo el aceite de oliva, en detrimento de grasas animales, como por ejemplo mantequilla. También debemos prestar atención al aporte habitual de alimentos ricos en omega 3, como el pescado azul o los frutos secos.


   Y recordemos que las grasas están incluidas en los alimentos proteicos y en nuestra forma de cocinar (cuando usamos aceite de oliva, girasol…). Por lo tanto, si proporcionamos la cantidad adecuada de estos alimentos y usamos de forma racional el aporte de grasas al cocinar, la necesidad de lípidos quedará cubierta.


4. VITAMINAS Y MINERALES


   En la dieta del niño deben estar recogidos todas las vitaminas y los minerales. Su carencia puede llevar consigo estados  de desnutrición con consecuencias de problemas de salud en el niño y, posteriormente, en la edad adulta.


   Una dieta variada garantizará el aporte diario necesario de estos micronutrientes.


   Destacaremos el aporte de calcio y vitamina D, ya que son esenciales para la formación de los huesos y dientes.

   Las recomendaciones de calcio para la edad infantil son:



   Los aportes superiores a 1300 mg no suponen ningún beneficio para la salud.
   Algunos alimentos ricos en calcio son (enumerados según su aporte): quesos (Gruyere, emmental, bola, manchego fresco); sardinas en aceite; almendras y avellanas; cigalas, langostinos y gambas; queso de burgos; yogur; higos secos; garbanzos; natillas y flanes; pistachos; leche de vaca.


   Para que el calcio sea absorbido por el intestino, en el organismo debe existir una cantidad óptima de vitamina D. No es fácil establecer cuáles son los valores adecuados de ingesta de vitamina D. Pero si hay unos puntos clave marcados en 2012 por la AEP (asociación española de pediatría) que dicen:


-  La ingesta recomendada a partir del año de edad es de 600 UI/día.
-  El límite superior de seguridad, para prevenir posibles efectos nocivos por sobredosis, es de entre 1000 y 4000 UI/día.

   
      Debido a que esto es muy complejo de calcular, es aconsejable que los niños tengan dietas variadas, con un consumo suficiente de alimentos ricos en vitamina D, como por ejemplo: pescados azules (salmón, sardinas, atún, caballa), mariscos (langostinos y ostras) y leche entera.
    Igual de importante es exponer a los niños  a la luz del sol (con una protección adecuada, principalmente en verano) alrededor de una hora al día. Ello contribuirá a la síntesis endógena  de la vitamina D. 


   Para acabar, tan solo hacer hincapié en que la alimentación es fundamental en el crecimiento y desarrollo de los niños. Pero también forma parte de las relaciones sociales (bodas, celebraciones). Por todo ello debemos prestar especial atención a esa parte de su desarrollo.





       Raquel Novelda






















No hay comentarios:

Publicar un comentario