viernes, 10 de octubre de 2014

SUPER PAPIS AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS: LAS RABIETAS


¿Quién no ha estado alguna vez en una situación parecida a la siguiente?:

Vamos a comprar al supermercado con nuestro hijo. Pensamos: “Sólo será un momento, cogeremos tres o cuatro cosas que nos hacen falta”.  Tras media hora buscando esos productos indispensables de los que sólo hemos encontrado un par, el carro está cargado “inexplicablemente” de cosas que no necesitábamos. Cansados de discutir con nuestro hijo a cerca de la necesidad de comprar galletas en las que regalan pegatinas de su serie favorita,  decidimos pasar por caja a pagar.

      Pero, ¡qué casualidad!, en la línea de cajas están “estratégicamente” situadas numerosas golosinas, a cuál más apetecible para un niño. A pesar de nuestros intentos de despistar a nuestro hijo, él  ya ha divisado esos cacahuetes recubiertos de chocolate que tanto le gustan. A continuación mostraré unos dibujos en los que representaré cómo podría ser ese “diálogo” interno nuestro y del niño, es decir, qué pensaríamos. 



El niño, con esa cara de “angelito” que sólo él sabe poner, nos dice:
-“Papi, mira cuántas chuches. Me compras una, porfiiii?
        Su tono es tan dulce que hasta nos sabe mal decirle:
-“No cariño, papá no lleva demasiado dinero, y ya hemos comprado muchas cosas”.





 -“Papi, te acuerdas cuando ayer me porté bien y me dijiste que era un campeón?”-nos dice, tirándonos del jersey para que le miremos-“comprámelaaaaas “
-”Si, recuerdo, pero de verdad que ahora no puedo…”-contestamos, tratando de disimular nuestro enfado por la lentitud de la cola.




-“Hijo, deja las chuches ahí, que enseguida nos toca y nos vamos a casa. Qué dibujos quieres ver mientras meriendas?”-nuestros intentos por despistar su atención no funcionan, y el niño sujeta la bolsa con fuerza mientras intentamos quitársela de las manos.
-¡Ningunos, yo sólo quiero las chuches!- su tono de voz se eleva y, sin darnos cuenta, también el nuestro al pedirle que las suelte.




-Venga, Pedro (a estas alturas ya no es tesoro, o cariño, sino que le llamamos por su nombre, en el mejor de los casos), “tienes que dejar eso en su sitio, nos va a tocar enseguida”. Nuestro tono de voz, lejos de ser enérgico, se vuelve titubeante, pues  intentamos que ese “espectáculo” que está dando nuestro hijo  pase lo más  desapercibido posible. Pero el niño grita y llora repitiendo que quiere las chuches





          La rabieta del niño va en aumento. Los gritos y las patadas, una de las cuales llega a alcanzar a  la señora que va detrás de nosotros y que ahora nos mira con cara de pocos amigos, se hacen “insoportables”. Nuestra paciencia llega al límite y, ante tan bochornoso espectáculo, cedemos y dejamos que se quede con las chuches.

-Bueno…vale, pero sólo hoy (eso no nos lo creemos ni nosotros).




         Nuestro momentáneo enfado se transforma en alivio, pues la rabieta ha cesado. La cola parece que va avanzando, el niño se calla…  Niño feliz, papá feliz…al menos de momento.

       Esta situación podría quedar como una mera anécdota, una de tantas que nos suceden con los niños. De hecho, las rabietas forman parte de su desarrollo evolutivo y son totalmente “normales”. Pero ¿qué ocurre si esto sucede a menudo, ya no sólo en el supermercado, o cuando vamos a cualquier otra tienda,  o  en casa, en el cole…y las rabietas van subiendo en intensidad (chilla y patalea cada vez más fuerte, pero también rompe cosas o intenta pegar a los demás) y, lejos de mejorar, se va agravando?

      ¡Rebobinemos! En el ejemplo anterior habíamos dicho que no le comprábamos las chuches, pero su insistencia (gritos, lloros, patadas) acaban sacándonos de nuestras casillas y, finalmente, ese “NO” acaba transformándose en “SÍ”. La mente del niño crearía la siguiente asociación:

Papá dice que NO lloro, pataleo… papá dice que SI consigo lo que quiero.

        Vaya, ¿se os había ocurrido mirarlo de esta manera? Las rabietas  a menudo son el medio para conseguir lo que quieren cuando la respuesta a su petición es un NO, los niños APRENDEN a actuar así.

      Si comprendemos esto, encontraremos la tan buscada “SOLUCIÓN”: Hacer que aprenda que con  la rabieta NO conseguirá  lo que pide. Si no le “funcionan”, ¿para qué malgastar energía?.  Pero ¿CÓMO?

       Es algo que muchos papás se preguntan. La teoría es muy sencilla: ante la rabieta de un niño que no acepta un NO por respuesta, deberemos mantener ese NO hasta el final.

       Parece fácil, ¿verdad? Quizás ahora algunos papás preocupados por el tema estéis pensando: Ha llegado el momento, no lo aguanto más, voy a solucionarlo… ¡ya!

     ¡EHHHHHHH...! Antes de lanzaros a esa aventura (os aseguro que lo será) debéis saber algo más: 


  • Un niño “acostumbrado” a tener rabietas para lograr las cosas no nos lo va poner nada fácil. Es más, cuando se de cuenta de que hemos decidido mantenernos firmes y no ceder a sus caprichos… ¡preparaos para el “chaparrón”! Subirá la intensidad de la rabieta (ej. puede que ahora no sólo grite y patalee aún más fuerte, sino que también empuje e intente pegar). Pensadlo, es lógico que el niño piense: “¿Por qué no funciona, será que no estoy chillando lo bastante fuerte?” Será en ese momento cuando, armándoos de kilos y kilos de paciencia, trataréis de “NO CEDER”.
  • Mantened un tono enérgico pero sereno. Nada de voces temblorosas que demuestren que estáis dudando.
  • Si el niño trata de agredir o romper cosas, lo sujetaremos o retiraremos aquellos objetos potencialmente peligrosos de de su alcance para que no se haga daño él ni los demás.
  • Con una razón es suficiente (ej. “no compramos esa pelota porque en casa ya tienes una”). Nada de enzarzarnos en un “diálogo de besugos” con el niño, como podría ser:

        “-Que sí, papá”.
        -“Que no, hijo”.
        -“Porfa, papi”.
        - “No puede ser”.
        -“Pero yo lo quiero”.
      … y así podríamos seguir… ¡muuuuucho más! Con todo esto lo único que conseguiremos es ponernos todos más nerviosos.
  • Hablad con los abuelos, tíos… para que todos actúen igual con el niño. Si nosotros aguantamos el “chaparrón” pero luego el abuelo le da al niño lo que le pide a la primera lagrimita (“ay, pobrecico, no llores que el abuelito te lo da”) será difícil que el niño deje de tener rabietas.
  • Si tenéis un mal día y no os sentís con fuerzas para mantener el NO, es preferible evitar situaciones conflictivas (por ejemplo, si sé que al entrar a la pastelería con el niño me va a pedir el huevo de chocolate, compraré el pan cuando no vaya con él o se lo encargaré a otra persona).
  • Probablemente la mejora tarde un poco en llegar,   pero si os mantenéis firmes (recordad que si en alguna ocasión cedéis estaréis dando pasos atrás), poco a poco las rabietas irán disminuyendo y haciéndose menos fuertes y frecuentes, pues el niño habrá aprendido que no le sirven para nada.
  • Recordad que las rabietas le sirven al niño para conseguir algo, ya sea algo material, como un juguete o un dulce, pero también otro tipo de cosas, como que les dejemos quedarse un rato más en el parque, o escabullirse de comer algo que no les gusta.
  • No temáis decir NO a vuestro hijo.  Si así lo habéis decidido, manteneros firmes no os hará malos padres, sino que le ayudaréis a aceptar que no siempre en la vida obtendremos un SI a nuestros deseos. Eso les ayudará a valorar lo que SI consigan, y a no ser unos niños desagradecidos que no toleran la frustración. Quizás deberíamos analizar las razones de que a muchos papás les cueste responder con  un NO a su hijo…pero dejaremos eso para otro artículo más adelante.
  • Por último, tened en cuenta que un niño que lleva mucho tiempo manifestando rabietas y con un temperamento más “difícil”, probablemente tardará más en mejorar que otro cuyo “historial” es más corto, y con un temperamento más “tranquilo”. De ahí la importancia de actuar como padres lo antes posible, para evitar que este tipo de situaciones se conviertan en un verdadero problema. 
  • De igual manera, sabed que estas recomendaciones pueden ser útiles  siempre y cuando no exista un problema más grave de fondo como una discapacidad o algunos trastornos que cursen con problemas de comportamiento, en cuyo caso se requerirá la ayuda de un profesional.



     Ojalá esta información os sea de utilidad y, sobre todo, ¡ÁNIMO a todos aquellos que lo pongáis en práctica! 


                                                                                                                 Olga Esquiva

No hay comentarios:

Publicar un comentario