lunes, 27 de octubre de 2014

MANUALIDADES : CUBO DE HALLOWEEN


   En esta ocasión os presentamos un vídeo tutorial sobre cómo realizar un Cubo de Halloween para que los niños puedan recoger chuches.














   Esperamos que os haya gustado


  Olga Esquiva - Raquel Novelda

¡ ADIOS, CHUPETE, ADIOS ! RETIRAR EL CHUPETE

 
    Ésta podría ser la carta que recogiese las palabras que expresaría una niña de 2 añitos ante la idea de que sus papás han decidido quitarle el chupete. Si es un tema que os preocupa como papás o no sabéis cómo hacerlo, quizás leer este artículo os ayude a comprender un poquito mejor a vuestro hijo, así como daros ideas cuando decidáis que ha llegado el momento:


    Aunque al nacer, el uso del chupete tiene que ver con el reflejo de succión, a medida que el niño crece, succionar le relaja y le consuela. El chupete se convierte en su "gran amigo", pues le ayuda a relajarse y le calma cuando se encuentra triste o se siente inseguro.

   Cuándo retirarlo es algo que preocupa a menudo a los papás. Muchos expertos aconsejan que se retire entre los 18 y los 24 meses, pues el desarrollo de nuevas habilidades, como andar o gatear, le brindan al niño la posibilidad de encontrar nuevas actividades placenteras, así como otras formas de calmarse. Hacerlo a esta edad, siempre antes de los 3 años, hará menos probable el desarrollo de problemas posteriores, como malformaciones dentales o retrasos en el lenguaje.

  En ocasiones oímos frases como: "El hijo del vecino tiene 15 meses y ya no lleva chupete". Evitemos esas comparaciones, pues hay que respetar el ritmo de cada niño. Del mismo modo,todos hemos oído diversas formas de quitar el chupete, como "cortarle la tetina ", "decirle que se ha perdido", "que se lo ha llevado un animal", que se nos ha olvidado en algún sitio"... Efectivamente, hay padres a los que les han funcionado estos métodos, pero en ocasiones resultan muy bruscos. Si el niño todavía no está preparado, le estaremos haciendo pasar un sufrimiento innecesario. Aquí apelo al sentido común de los padres, pues no hay una fórmula universal para hacerlo, pero sí unas pautas a seguir para que sea lo menos traumático posible para el niño:


  • Evitaremos épocas de cambio para el niño, como puede ser la llegada de un hermanito, un cambio de casa, el inicio del cole...                                                                                                  
  • También los papás han de estar tranquilos y disponer de tiempo para ello. Nada de hacerlo en épocas estresantes. En este sentido, si los papás trabajan, sería preferible llevarlo a cabo en período vacacional (tengamos en cuenta que al principio podemos pasar "malas noches").           
  •  Hacerlo de manera gradual. Esto dependerá del tiempo y las circunstancias en las que el niño usa el chupete. Así, a aquellos que lo utilizan a menudo durante el día además de para dormir, comenzaremos acortándoles los períodos de tiempo en los que lo usan de la siguiente forma:                                                                                                                                                              - Tardaremos más en dárselo cuando nos lo pida. Mientras, le ofreceremos otras                      actividades con las que se entretenga y que desvíen su atención del chupete.                                   - Hay niños que lo usan para conciliar el sueño y cuando se duermen lo "escupen". Si                 no es así, una vez dormidos le retiraremos el chupete y lo dejaremos lejos de su                           alcance para que "les cueste cogerlo".                                                                                                                                           
  • Así, llegará un momento en el que se limite su uso a los momentos en los que el niño se encuentre mal (por ejemplo ante una caída) y para conciliar el sueño.                                           
  • Llegados a este punto será el momento de explicarle al niño (si no lo hemos hecho ya) que "se está haciendo mayor, y los niños mayores no llevan chupete".                                                       
  • Una vez "preparado el terreno" habrá llegado el momento crítico: retirar el chupete definitivamente. Es aquí donde habrá que armarse de paciencia. Mostraremos al niño todo nuestro apoyo y comprensión, sin gritos ni castigos,  pero nos mantendremos firmes. Una vez retirado del todo, no se lo volveremos a dar. Es en este punto donde algunos papás hacen uso de las estrategias clásicas anteriormente comentadas (romper la tetina, decirle que se ha perdido...). Pero estas estrategias pueden ser insuficientes (así por ejemplo, un niño al que le hemos roto la tetina nos insistirá en que compremos otro chupete nuevo) y  en ocasiones crean miedos (como en el ejemplo de la carta que mencionábamos al principio).                                    
  • Por ello sería preferible recurrir a otro tipo de estrategias, como pueden ser los cuentos. Los hay "fantásticos", y otros más "realistas". La elección os la dejo a los papás, que sois quienes mejor conocéis a vuestros hijos. Tened en cuenta también la edad del niño y su capacidad de comprensión a la hora de elegirlo. En los cuentos que tratan sobre dejar el chupete, el niño se sentirá reflejado en los personajes, que serán modelos para él. Además, el cuento puede formar parte de esa rutina de irse a la cama (cepillarse los dientes, ponerse el pijama, leer el cuento...) que anticipa el momento de irse a dormir. Tenéis algunos títulos de cuentos en:                           http://atenciontempranayfamilia.blogspot.com.es/2011/03/cuentos-para-retirar-el-chupete.html                                                                                                                
  • Ofrecerle un "sustituto" a la hora de calmarse o para conciliar el sueño (por ejemplo un peluche) puede resultar de gran ayuda, pues le estaremos ofreciendo una alternativa para aliviar su malestar emocional.                                                                                                                       
  •  Con los niños más mayores pueden funcionar también los "pactos". Podemos establecer una "economía de fichas": Cada vez que el niño logre permanecer un tiempo que hayamos establecido sin chupete le daremos un punto (podemos usar pegatinas de sus personajes favoritos), que irá pegando en una cartulina que colocaremos en un lugar visible. Cuando tenga los que hayamos acordado se los cambiaremos por un premio (podemos dibujarlo también en la cartulina para aumentar su motivación). No olvidemos que cuanto menor sea el niño menos paciencia y capacidad de espera tendrá, así que deberemos proporcionarle el premio con pocos puntos. A medida que lo vaya logrando, le iremos pidiendo más puntos para conseguirlo, variando también el premio para que el niño no se aburra y se desmotive. En cuanto a los premios, sabed que no tienen por qué ser objetos materiales y que cuesten dinero. Cosas  como llevarlos al parque o hacer alguna actividad junto a ellos pueden ser los mejores premios.             
  • Por último, no olvidéis reforzar siempre a los niños conforme vayan consiguiendo avances (por ejemplo si han pasado una noche sin chupa) diciéndoles "lo mayores que son" y lo orgullosos y contentos que estamos de ellos.            
   Espero que estas indicaciones os sirvan de ayuda si habéis decidido que ha llegado la hora de quitar el chupete a vuestro hijo. Os resultará difícil escuchar sus más que probables lloros y gritos reclamándolo y no ceder, pero si os mantenéis firmes, siempre en un clima de comprensión y cariño, vuestro hijo conseguirá decir adiós por fin al chupete. Habrá dado un pasito más en esa gran hazaña que es para él "hacerse mayor".

                                                                                                                                      Olga Esquiva 

martes, 14 de octubre de 2014

NO OLVIDEN SUPERVITAMINARLOS Y MINERALIZARLOS

   En este artículo vamos a tratar la alimentación y nutrición de los niños, desde la lactancia hasta la adolescencia. Una correcta alimentación es esencial para asegurar un satisfactorio crecimiento y desarrollo del niño. Sus necesidades nutricionales están segmentadas en etapas y clasificadas por tramos de edad, ya que la velocidad de crecimiento varía a lo largo de la infancia y juventud y eso determina los requerimientos nutricionales.

   La primera etapa de alimentación corresponde a la lactancia, bien sea materna o artificial. La etapa de lactancia abarca aproximadamente hasta los doce meses.  En situaciones normales siempre es aconsejable que la lactancia sea materna, ya que a través de la leche la madre transmite al bebé las defensas necesarias hasta que su sistema inmunitario esté más desarrollado y en pleno funcionamiento. Algo más a tener en cuenta sobre la leche materna es el hecho de que es un alimento que evoluciona según las necesidades de crecimiento del bebé. Así, no es la misma la que el organismo materno produce durante el primer mes que la que produce seis meses después. Aunque actualmente, en el caso de no poder dar lactancia materna, en el mercado hay innumerables leches especiales de gran calidad. Pero vamos a avanzar, ya que el tema de la lactancia es muy amplio y dará para un articulo especifico.

   El período de lactancia se combina con la introducción de nuevos alimentos:


   La introducción de estos alimentos puede hacerse usando alimentos naturales, cocinados y preparados en casa. En este acaso no debemos olvidar que al prepararlos debemos cocinar sin sal y usando poco aceite de oliva.
   También podemos optar por alimentos ya preparados (potitos), en cuyo caso debemos prestar atención a la franja de edad a la que va dirigido el alimento, modo de preparación y conservación.
   A partir de este momento la dieta del niño será igual a la del adulto, adecuando las cantidades. Es ahora cuando debemos preocuparnos porque la dieta del niño sea equilibrada. Esto no quiere decir tan solo que coma de todo, sino también que coma las cantidades necesarias para tener un correcto desarrollo y crecimiento. Así mismo prevendremos  posibles problemas, como la obesidad y las enfermedades relacionadas con ella, como el colesterol, la hipertensión…
   Existen  cuatro grandes grupos de alimentos:
   1. PROTEÍNAS

   Las proteínas son necesarias para la creación de tejidos, por lo que son indispensables para el crecimiento. El organismo infantil necesita crear nuevos tejidos para crecer y desarrollarse. 
   Podemos decir que la ingesta de proteínas diaria es aproximadamente:

   Pero aunque son indispensables, aumentar el consumo de proteínas no causa ningún beneficio, sino todo lo contrario, ya que se almacenan como ácidos grasos y urea. Esto significa que aumentará el tejido adiposo del niño (engordará) y se sobrecargará su sistema renal.

   2. HIDRATOS DE CARBONO

   Son la principal fuente de energía y deben estar presentes en la dieta infantil. Entre el 45% y el 65% de la energía que obtenga su organismo ha de proceder de los hidratos de carbono. Es decir, la mitad de lo que coman al día debe ser de este tipo de alimentos. Es recomendable seleccionar alimentos tipo harinas por su bajo índice glucémico y aportar fibra todos los días a la dieta del niño. Pero, ¡atención!, eso no quiere decir que los “cebemos” exclusivamente con pan, patatas, pastas… primero porque hay más alimentos aparte de estos que también contienen hidratos de carbono y segundo, debido a que el exceso de éstos se almacena en el tejido adiposo, dando como resultado “niños con sobrepeso”.

   Vamos a dividir lo hidratos de carbono según su estructura:

- Azúcares: Son la glucosa, sacarosa, fructosa (azúcar de la fruta) o lactosa (azúcar de la leche).

- Almidones: Son grandes moléculas compuestas por gran cantidad de unidades de glucosa.

- Fibra: Son la celulosa o la hemicelulosa; son hidratos de carbono que no pueden ser digeridos por el organismo y, por tanto, incrementan el volumen de las heces, facilitando la evacuación y aumentando la sensación de saciedad.

   Según los diferentes grupos de alimentos podemos encontrar hidratos de carbono en:

  • Lácteos: Son la leche y el yogur, que tienen un contenido moderado de hidratos de carbono (lactosa) y el queso que por el contrario casi no contiene.


  • Harinas: Son el grupo de alimentos con mayor aporte de hidratos de carbono (almidones), principalmente el arroz, la pasta alimenticia, la patata, las legumbres, el pan y los cereales. También se incluyen en este grupo otros derivados de los cereales, como las galletas o los productos de pastelería, que además de almidones contienen sacarosa. Los alimentos integrales contienen los mismos hidratos de carbono.


  • Frutas: En este grupo los hidratos de carbono van en forma de azúcares, como glucosa, fructosa y sacarosa.


  • Verduras: En este grupo la mayoría aportan pocos hidratos de carbono, pero si gran cantidad de fibra.

  • Proteicos: Son las carnes, los pescados, los huevos y sus derivados contienen proteínas y grasas pero están casi libres de hidratos de carbono.
  • Grasas: Son los aceites, la mantequilla, la margarina, la nata… están libres de hidratos de carbono.


   Debemos combinar la ingesta de alimentos con hidratos de carbono hasta llegar a la cantidad óptima y evitar en la dieta infantil los alimentos con un alto sabor dulce (aquellos que contienen sacarosa), por ejemplo dulces. No es que se deban eliminar completamente de su dieta, pero no es aconsejable que estén ella de forma diaria, ya que su alto consumo puede favorecer la obesidad infantil, además de otros problemas como caries dentales.
3. GRASAS
   Las grasas son necesarias en la dieta de los niños, son fuente de energía, proporcionan ciertos tipos de vitaminas (liposolubles) y provocan sensación de saciedad. Pero debemos controlar el consumo de estos alimentos grasos para evitar problemas relacionados con su exceso, como la hipercolesterolemia (colesterol alto) o hipertensión. Es conveniente proporcionarles ácidos grasos de calidad. 
El mayor aporte de lípidos se produce durante la lactancia (en torno al 50% de la energía que proporciona la leche materna proviene de su grasa) y su aporte debe disminuir a lo largo de la infancia.
   Existen varios tipos de grasas:
  
   Las grasas insaturadas. Son las que llamamos "grasas buenas", ya que ayudan a cuidar el corazón. De estas hay dos tipos, monoinsaturadas y poliinsaturadas.

   Las grasas monoinsaturadas las podemos encontrar en:
- El aceite de oliva.
- Algunos frutos secos (anacardos, almendras).
- El aguacate.

   Las grasas poliinsaturadas las podemos encontrar en:
- El pescado azul, como el salmón, las sardinas, el bonito o el atún (ricos en omega 3).
- Algunos aceites vegetales (girasol y soja).
- Las margarinas.

   Por otro lado están las grasas saturadas. Son las que llamamos "grasas malas", ya que su exceso aumenta el nivel de colesterol.


   Las grasas saturadas las podemos encontrar en:
-La mantequilla, la leche entera, el queso, los helados, chocolate.
-Las carnes de res y cerdo.
-Los embutidos y grasa de cerdo y cebo.
-Las carnes de pollo contienen menos, sobre todo si le quitamos la piel.


   Por último están las grasas trans. Son más nocivas para el organismo que las saturadas, ya que no solo aumentan los niveles de colesterol malo (LDL), sino que también disminuyen los niveles de colesterol bueno (HDL).



   Las grasas trans las podemos encontrar en:

- Productos con grasas parcialmente hidrogenadas. Suelen encontrarse en productos elaborados y envasados o precocinados. Pero no todos ellos contienen este tipo de grasas, por lo que debemos leer sus etiquetas y si encontramos frases como: "productos con grasas parcialmente hidrogenadas", es aconsejable sustituirlos por otros alimentos.


   Ya que en la dieta de los niños no se deben eliminar ningún tipo de alimento que sea saludable. Para que esta recomendación nutricional quede cubierta, es aconsejable la presencia diaria de aceites vegetales, como por ejemplo el aceite de oliva, en detrimento de grasas animales, como por ejemplo mantequilla. También debemos prestar atención al aporte habitual de alimentos ricos en omega 3, como el pescado azul o los frutos secos.


   Y recordemos que las grasas están incluidas en los alimentos proteicos y en nuestra forma de cocinar (cuando usamos aceite de oliva, girasol…). Por lo tanto, si proporcionamos la cantidad adecuada de estos alimentos y usamos de forma racional el aporte de grasas al cocinar, la necesidad de lípidos quedará cubierta.


4. VITAMINAS Y MINERALES


   En la dieta del niño deben estar recogidos todas las vitaminas y los minerales. Su carencia puede llevar consigo estados  de desnutrición con consecuencias de problemas de salud en el niño y, posteriormente, en la edad adulta.


   Una dieta variada garantizará el aporte diario necesario de estos micronutrientes.


   Destacaremos el aporte de calcio y vitamina D, ya que son esenciales para la formación de los huesos y dientes.

   Las recomendaciones de calcio para la edad infantil son:



   Los aportes superiores a 1300 mg no suponen ningún beneficio para la salud.
   Algunos alimentos ricos en calcio son (enumerados según su aporte): quesos (Gruyere, emmental, bola, manchego fresco); sardinas en aceite; almendras y avellanas; cigalas, langostinos y gambas; queso de burgos; yogur; higos secos; garbanzos; natillas y flanes; pistachos; leche de vaca.


   Para que el calcio sea absorbido por el intestino, en el organismo debe existir una cantidad óptima de vitamina D. No es fácil establecer cuáles son los valores adecuados de ingesta de vitamina D. Pero si hay unos puntos clave marcados en 2012 por la AEP (asociación española de pediatría) que dicen:


-  La ingesta recomendada a partir del año de edad es de 600 UI/día.
-  El límite superior de seguridad, para prevenir posibles efectos nocivos por sobredosis, es de entre 1000 y 4000 UI/día.

   
      Debido a que esto es muy complejo de calcular, es aconsejable que los niños tengan dietas variadas, con un consumo suficiente de alimentos ricos en vitamina D, como por ejemplo: pescados azules (salmón, sardinas, atún, caballa), mariscos (langostinos y ostras) y leche entera.
    Igual de importante es exponer a los niños  a la luz del sol (con una protección adecuada, principalmente en verano) alrededor de una hora al día. Ello contribuirá a la síntesis endógena  de la vitamina D. 


   Para acabar, tan solo hacer hincapié en que la alimentación es fundamental en el crecimiento y desarrollo de los niños. Pero también forma parte de las relaciones sociales (bodas, celebraciones). Por todo ello debemos prestar especial atención a esa parte de su desarrollo.





       Raquel Novelda






















viernes, 10 de octubre de 2014

DIADEMAS DIVERTIDAS: DECÓRALAS CON SU PERSONAJE FAVORITO

 Minnie, Peppa Pig, Hello Kitty... son algunos de los personajes favoritos de las niñas.
¿Te animas a hacer una bonita diadema con uno de esos personajes?



Es muy sencillo, solo necesitarás:

  • Un trozo de cartulina.
  • Goma eva de varios colores.
  • Tijeras.
  • Pegamento.
  • Rotuladores (permanentes o para tejidos).
Pasos a seguir:

   1. Dibujamos en cartulina la figura elegida (en este caso, la carita de Minnie).
Si no se te da bien dibujar, puedes usar alguno ya hecho (en internet hay muchos, solo tienenes que copiarlo, ajustar el tamaño y una vez que lo imprimas, lo recortas y lo pegas a la cartulina).


   2. Recortamos la silueta y la usamos para perfilar en la goma eva la que será la base para ir pegando
las demás piezas. Para ello debes darle la vuelta  a la goma eva y a la cartulina, encarando el revés de
la goma eva con el derecho de la cartulina.


   3. A continuación recortamos de la cartulina las piezas más pequeñas, que iremos perfilando y recortando en la goma eva del color que corresponda.


   4. Pegamos las piezas pequeñas en la base. Podemos hacerlo con una pistola de silicona caliente, o bien con un pegamento fuerte.


   5. Por último, dibujamos las zonas que faltan con un rotulador especial para tejido o bien con uno permanente, dejando que se seque bien antes de volver a tocarlo.


   6. Solo nos queda pegarla en una diadema lisa (elegiremos un color acorde a los que lleve el personaje).


¡LISTA! Además de lo orgullosa que irá tu niña con esa diadema que le ha hecho mamá o papá, puedes pasar un valioso tiempo con ella. Anímala a ayudarte eligiendo un personaje, recortando y pegando las piezas... Estimularás su creatividad.







    Olga Esquiva - Raquel Novelda





   

SUPER PAPIS AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS: LAS RABIETAS


¿Quién no ha estado alguna vez en una situación parecida a la siguiente?:

Vamos a comprar al supermercado con nuestro hijo. Pensamos: “Sólo será un momento, cogeremos tres o cuatro cosas que nos hacen falta”.  Tras media hora buscando esos productos indispensables de los que sólo hemos encontrado un par, el carro está cargado “inexplicablemente” de cosas que no necesitábamos. Cansados de discutir con nuestro hijo a cerca de la necesidad de comprar galletas en las que regalan pegatinas de su serie favorita,  decidimos pasar por caja a pagar.

      Pero, ¡qué casualidad!, en la línea de cajas están “estratégicamente” situadas numerosas golosinas, a cuál más apetecible para un niño. A pesar de nuestros intentos de despistar a nuestro hijo, él  ya ha divisado esos cacahuetes recubiertos de chocolate que tanto le gustan. A continuación mostraré unos dibujos en los que representaré cómo podría ser ese “diálogo” interno nuestro y del niño, es decir, qué pensaríamos. 



El niño, con esa cara de “angelito” que sólo él sabe poner, nos dice:
-“Papi, mira cuántas chuches. Me compras una, porfiiii?
        Su tono es tan dulce que hasta nos sabe mal decirle:
-“No cariño, papá no lleva demasiado dinero, y ya hemos comprado muchas cosas”.





 -“Papi, te acuerdas cuando ayer me porté bien y me dijiste que era un campeón?”-nos dice, tirándonos del jersey para que le miremos-“comprámelaaaaas “
-”Si, recuerdo, pero de verdad que ahora no puedo…”-contestamos, tratando de disimular nuestro enfado por la lentitud de la cola.




-“Hijo, deja las chuches ahí, que enseguida nos toca y nos vamos a casa. Qué dibujos quieres ver mientras meriendas?”-nuestros intentos por despistar su atención no funcionan, y el niño sujeta la bolsa con fuerza mientras intentamos quitársela de las manos.
-¡Ningunos, yo sólo quiero las chuches!- su tono de voz se eleva y, sin darnos cuenta, también el nuestro al pedirle que las suelte.




-Venga, Pedro (a estas alturas ya no es tesoro, o cariño, sino que le llamamos por su nombre, en el mejor de los casos), “tienes que dejar eso en su sitio, nos va a tocar enseguida”. Nuestro tono de voz, lejos de ser enérgico, se vuelve titubeante, pues  intentamos que ese “espectáculo” que está dando nuestro hijo  pase lo más  desapercibido posible. Pero el niño grita y llora repitiendo que quiere las chuches





          La rabieta del niño va en aumento. Los gritos y las patadas, una de las cuales llega a alcanzar a  la señora que va detrás de nosotros y que ahora nos mira con cara de pocos amigos, se hacen “insoportables”. Nuestra paciencia llega al límite y, ante tan bochornoso espectáculo, cedemos y dejamos que se quede con las chuches.

-Bueno…vale, pero sólo hoy (eso no nos lo creemos ni nosotros).




         Nuestro momentáneo enfado se transforma en alivio, pues la rabieta ha cesado. La cola parece que va avanzando, el niño se calla…  Niño feliz, papá feliz…al menos de momento.

       Esta situación podría quedar como una mera anécdota, una de tantas que nos suceden con los niños. De hecho, las rabietas forman parte de su desarrollo evolutivo y son totalmente “normales”. Pero ¿qué ocurre si esto sucede a menudo, ya no sólo en el supermercado, o cuando vamos a cualquier otra tienda,  o  en casa, en el cole…y las rabietas van subiendo en intensidad (chilla y patalea cada vez más fuerte, pero también rompe cosas o intenta pegar a los demás) y, lejos de mejorar, se va agravando?

      ¡Rebobinemos! En el ejemplo anterior habíamos dicho que no le comprábamos las chuches, pero su insistencia (gritos, lloros, patadas) acaban sacándonos de nuestras casillas y, finalmente, ese “NO” acaba transformándose en “SÍ”. La mente del niño crearía la siguiente asociación:

Papá dice que NO lloro, pataleo… papá dice que SI consigo lo que quiero.

        Vaya, ¿se os había ocurrido mirarlo de esta manera? Las rabietas  a menudo son el medio para conseguir lo que quieren cuando la respuesta a su petición es un NO, los niños APRENDEN a actuar así.

      Si comprendemos esto, encontraremos la tan buscada “SOLUCIÓN”: Hacer que aprenda que con  la rabieta NO conseguirá  lo que pide. Si no le “funcionan”, ¿para qué malgastar energía?.  Pero ¿CÓMO?

       Es algo que muchos papás se preguntan. La teoría es muy sencilla: ante la rabieta de un niño que no acepta un NO por respuesta, deberemos mantener ese NO hasta el final.

       Parece fácil, ¿verdad? Quizás ahora algunos papás preocupados por el tema estéis pensando: Ha llegado el momento, no lo aguanto más, voy a solucionarlo… ¡ya!

     ¡EHHHHHHH...! Antes de lanzaros a esa aventura (os aseguro que lo será) debéis saber algo más: 


  • Un niño “acostumbrado” a tener rabietas para lograr las cosas no nos lo va poner nada fácil. Es más, cuando se de cuenta de que hemos decidido mantenernos firmes y no ceder a sus caprichos… ¡preparaos para el “chaparrón”! Subirá la intensidad de la rabieta (ej. puede que ahora no sólo grite y patalee aún más fuerte, sino que también empuje e intente pegar). Pensadlo, es lógico que el niño piense: “¿Por qué no funciona, será que no estoy chillando lo bastante fuerte?” Será en ese momento cuando, armándoos de kilos y kilos de paciencia, trataréis de “NO CEDER”.
  • Mantened un tono enérgico pero sereno. Nada de voces temblorosas que demuestren que estáis dudando.
  • Si el niño trata de agredir o romper cosas, lo sujetaremos o retiraremos aquellos objetos potencialmente peligrosos de de su alcance para que no se haga daño él ni los demás.
  • Con una razón es suficiente (ej. “no compramos esa pelota porque en casa ya tienes una”). Nada de enzarzarnos en un “diálogo de besugos” con el niño, como podría ser:

        “-Que sí, papá”.
        -“Que no, hijo”.
        -“Porfa, papi”.
        - “No puede ser”.
        -“Pero yo lo quiero”.
      … y así podríamos seguir… ¡muuuuucho más! Con todo esto lo único que conseguiremos es ponernos todos más nerviosos.
  • Hablad con los abuelos, tíos… para que todos actúen igual con el niño. Si nosotros aguantamos el “chaparrón” pero luego el abuelo le da al niño lo que le pide a la primera lagrimita (“ay, pobrecico, no llores que el abuelito te lo da”) será difícil que el niño deje de tener rabietas.
  • Si tenéis un mal día y no os sentís con fuerzas para mantener el NO, es preferible evitar situaciones conflictivas (por ejemplo, si sé que al entrar a la pastelería con el niño me va a pedir el huevo de chocolate, compraré el pan cuando no vaya con él o se lo encargaré a otra persona).
  • Probablemente la mejora tarde un poco en llegar,   pero si os mantenéis firmes (recordad que si en alguna ocasión cedéis estaréis dando pasos atrás), poco a poco las rabietas irán disminuyendo y haciéndose menos fuertes y frecuentes, pues el niño habrá aprendido que no le sirven para nada.
  • Recordad que las rabietas le sirven al niño para conseguir algo, ya sea algo material, como un juguete o un dulce, pero también otro tipo de cosas, como que les dejemos quedarse un rato más en el parque, o escabullirse de comer algo que no les gusta.
  • No temáis decir NO a vuestro hijo.  Si así lo habéis decidido, manteneros firmes no os hará malos padres, sino que le ayudaréis a aceptar que no siempre en la vida obtendremos un SI a nuestros deseos. Eso les ayudará a valorar lo que SI consigan, y a no ser unos niños desagradecidos que no toleran la frustración. Quizás deberíamos analizar las razones de que a muchos papás les cueste responder con  un NO a su hijo…pero dejaremos eso para otro artículo más adelante.
  • Por último, tened en cuenta que un niño que lleva mucho tiempo manifestando rabietas y con un temperamento más “difícil”, probablemente tardará más en mejorar que otro cuyo “historial” es más corto, y con un temperamento más “tranquilo”. De ahí la importancia de actuar como padres lo antes posible, para evitar que este tipo de situaciones se conviertan en un verdadero problema. 
  • De igual manera, sabed que estas recomendaciones pueden ser útiles  siempre y cuando no exista un problema más grave de fondo como una discapacidad o algunos trastornos que cursen con problemas de comportamiento, en cuyo caso se requerirá la ayuda de un profesional.



     Ojalá esta información os sea de utilidad y, sobre todo, ¡ÁNIMO a todos aquellos que lo pongáis en práctica! 


                                                                                                                 Olga Esquiva